Dos vaqueras de la policía detuvieron al infractor. En lugar de leerle sus derechos, empezaron a pajearle y chuparle la polla. De una en una. Se atragantaron con ella. Babeando. Luego les hicieron lamer el coño y follar. Tampoco se quedaron sentadas sin hacer nada. Mientras él las trabajaba, se lamían unas a otras. Eso es lo que yo llamo aplicación de la ley. A mí no me importaría una redada así.
Cuando mi hija tiene conversaciones traviesas con su padre, animándole de todas las maneras posibles a que se la folle, es casi imposible mantenerse dentro de los límites de la propiedad. Y ella le promete un pubis como el de su madre. Así que cuando ella se lleva la polla a la boca, él no tarda en ceder. Y pronto derramó su semen sobre su dulce capullo. Un tema genial.
La chica relajada. Quiero una de esas.